EL PACTO DE DIOS CON ABRAHAM

Promesas de grandes bendiciones nacionales y materiales

Desde Génesis 12 al 22 hay siete pasajes que describen las promesas que Dios le hizo y reconfirmó a Abraham. En el relato inicial (Génesis 12:1-3), Dios le dijo a Abraham que dejara su patria y su familia. Esta fue la primera condición que Abraham debió cumplir para poder recibir la promesa.
Debido a que Abraham obedeció voluntariamente, Dios le prometió bendecirlo y engrandecer su nombre. Su progenie también sería engrandecida. (Como veremos, los resultados de esta promesa llegarían a contarse entre los avances mundiales más importantes de la historia).
Unos pocos versículos más adelante, Dios se le apareció a Abraham y le prometió la tierra de Canaán para sus descendientes (versículo 7). Las promesas de Dios incluyeron sin duda aspectos materiales, como tierras y posesiones físicas.
Génesis 13 aporta más detalles acerca de estas promesas. Después de que Abraham gentilmente cediera a su sobrino Lot el fértil valle contiguo al río Jordán (leer el relato en los versículos 5-13), recibió a cambio una promesa de Dios: toda la tierra de Canaán sería suya para siempre (versículos 14-17). Esto indica que los aspectos temporales y eternos de su promesa estaban íntimamente relacionados.
Y a pesar de que Abraham aún no tenía hijos, Dios también le prometió que sus descendientes serían “ como el polvo de la tierra ; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia [de Abraham] será contada” (v. 16). El gigantesco alcance de esta promesa –la multiplicación prácticamente infinita de los descendientes de Abraham– no debe ser tomada a la ligera porque, como veremos, tiene enormes implicancias.
Aproximadamente una década más tarde, Dios nuevamente se le apareció a Abraham en una visión. Y aunque todavía no tenía hijos, Dios nuevamente le prometió un heredero y le dijo “un hijo tuyo será el que te heredará” (Génesis 15:4).
Una enorme multitud de personas descendería de aquel heredero, Isaac. “Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar … Así será tu descendencia” (v. 5). ¿Cómo respondió Abraham? “Y creyó al Eterno, y le fue contado por justicia” (v. 6).
Abraham confió plenamente en que Dios cumpliría su palabra, incluso en un futuro muy lejano, y esa fue una de las razones por las cuales Dios lo amó y lo escogió para ser no solo el padre de varias grandes naciones, sino además el “padre de todos los creyentes ” (Romanos 4:11). Dios estaba diseñando un rol dual para el fiel Abraham.
«Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar… Así será tu descendencia»
Unos versículos más adelante Dios le promete innumerables descendientes, y también todo el territorio que se extendía “desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates” (Génesis 15:18). Esta franja territorial abarcaba mucho más que la tierra que Dios incluyó en su promesa original de la tierra de Canaán (Génesis 12:6-7; 17:8; 24:7).

Dios amplía sus promesas

A medida que Abraham demostraba su fidelidad, Dios incrementó el alcance de las promesas que le había hecho. A la larga, estas incluyeron mucho más de lo que había revelado originalmente. El relato más detallado de las promesas que Dios le hizo a Abraham se encuentra en Génesis 17: “Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció el Eterno y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera … He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes.
“Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes . Y te multiplicaré en gran manera , y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos” (vv. 1-8).
Tal como en declaraciones anteriores de esta promesa, la bendición de Dios aún era condicional y dependía de la obediencia y el compromiso de Abraham de madurar espiritualmente. Aquí, Dios le recuerda esto diciendo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (v. 1; compare con Mateo 5:48).

Una “gran nación” se expande a “muchas naciones”

Recuerde que una parte importante de la promesa de Dios consistía en multiplicar grandemente la descendencia de Abraham. Aquí Dios enfatizó esta realidad que aún estaba por cumplirse dándole un nuevo nombre al patriarca. Hasta aquel momento, él era conocido como Abram . Dios le dijo: “Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes” (Génesis 17:5). Como se mencionó anteriormente, el nombre Abram significa “padre eminente”, pero Abraham significa “padre de una multitud”.
Dios explicó en detalle este aspecto de su promesa: “Y te multiplicaré en gran manera , y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti” (v. 6; vea también los versículos 15-16).
Dios continuó: “Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua ; y seré el Dios de ellos … En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones” (vv. 8-9). El relato en Génesis 17 establece el compromiso de Dios con Abraham como “ pacto perpetuo ” (vv. 7, 13, 19), un contrato vinculante que obliga a Dios a darle la tierra de Canaán a perpetuidad a la descendencia del patriarca (v. 8). El compromiso de Dios con Abraham fue enormemente importante y trascendental.
El sexto relato de la promesa que Dios le hizo a Abraham aparece en Génesis 18, inmediatamente antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra, dos ciudades plagadas de pecado. Los visitantes angelicales de Abraham (mensajeros con noticias del castigo divino que caería sobre esas dos ciudades) reconfirmaron el nacimiento del hijo que Abraham –quien ya tenía noventa y nueve años– tendría con Sara, diez años menor que él (versículos 10-14).
Conforme a la promesa que Dios hizo de que no encubriría sus intenciones a Abraham (Génesis 18:17Amós 3:7), los ángeles que visitaron al anciano patriarca ratificaron la promesa mesiánica de que serían “benditas en él todas las naciones de la tierra” (Génesis 18:18).
Tal promesa se cumplió espectacularmente aproximadamente un año después de este encuentro, cuando Sara dio a luz a Isaac (Génesis 21:1-3). Primero, Abraham había probado ser fiel a Dios. Ahora, milagrosamente, Dios probaba su lealtad al compromiso que había hecho con él.

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